Carta abierta de despedida de Juan Pedro Gallardo García
Juan Pedro Gallardo García.
Maestro que acaba de estrenar jubilación.
Despedida de la comunidad educativa del C.E.I.P. NTRA. SRA. DE LA PIEDAD.
La Coronada (Badajoz).
La Coronada, a 3 de septiembre de 2018
Apreciados/as amigos/as:
Hoy, día de San Gregorio, precursor del canto gregoriano, día de la entrada en vigor de la Convención Europea de los Derechos Humanos (03-09-1953) y día de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (03-09-1982) da comienzo mi jubilación. Tres acontecimientos importantes. El otro, una pequeña anécdota en la historia del colegio y de la educación de La Coronada, mi pueblo. Digo bien, mi pueblo.
Tres etapas contemplan mi paso por este centro. En septiembre de 1989 llego por primera vez, permaneciendo tres cursos. Ocho años estoy fuera, en La Guarda, para volver, solo por un curso, en el año 2000. Mi vuelta definitiva se produce en septiembre de 2003. Y así hasta el día de ayer. Para hacerme una idea de cómo era el colegio de La Coronada y su gente no necesité esas idas y venidas. En mi primer paso por el centro ya percibí lo bueno que aquí había, me sentí querido y por eso siempre deseé volver. Muchos años, muchos recuerdos y muy buenos, y muchos amigos y muy buenos también. Ningún recuerdo negativo. Contratiempos, algunos. Esta profesión también da sinsabores, pero los anulan las compensaciones que recibes por el progreso de tus alumnos.
Cualquier profesional, por muy inconsciente que sea, se guía por una serie de principios que alumbran su labor. La entrega, el trabajo, la dedicación, la exigencia, la comprensión, la colaboración y otros tantos valores han sido mi horizonte como docente. Seguro que no habré cumplido con ellos como debería y que habré cometido errores en su consecución. Sí confieso que nunca desfallecí en alcanzarlos.
Me voy orgulloso de pertenecer a este grupo humano y me voy con pena. Sabéis que me voy con pena. La crueldad del paso del tiempo va cerrando puertas y abriendo otras. Me ha tocado cerrar la puerta de la profesión y abrir la de la jubilación, y lo asumo sin más. Os digo que dejar el centro me costará, y no poco, porque ello supone desligarme del aula (una tarea que me satisface y que me llena) y desligarme de un grupo de excelentes profesionales y buenos amigos. Razones no me faltan para no olvidar a mis alumnos, ni a mis compañeros, ni tampoco a los que fueron miembros de la comunidad educativa con los que compartí responsabilidades. Me llevo el recuerdo de haber convivido con todos de forma sencilla, cercana, cordial y amistosa.
El canto gregoriano es una plegaría cantada, una súplica a Dios, a la Virgen o a los Santos. Hoy, día de San Gregorio, precursor del canto gregoriano, procede que yo os haga mi propia plegaria, pero sin canto. A las familias: aceptad que os pida comprensión y reconocimiento de la tarea docente y seguid colaborando con el profesorado. A los maestros: que mantengáis, como hasta ahora, el ánimo y la entrega por la causa educativa. Y a la Administración Local: que no ahorre ni en medios ni en esfuerzos y que siga colaborando con el centro como hasta ahora.
Para conseguir los fines que pretenden la Convención Europea de Derechos Humanos y la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aniversario de ambas en el día de hoy, y sirviendo éstas como ejemplos de lo que es la educación en valores, se requiere que todos los eslabones de la comunidad educativa actúen coordinados. Aprovecho estas efemérides para lanzarles esta última plegaria: que todos los sectores que formáis la comunidad educativa actuéis de forma armónica y conciliadora.
Las despedidas suelen ser cortas. Yo, ya me he excedido bastante pero no quiero terminar sin que sepáis que os he sentido muy cerca en todo momento y que mi familia y yo os agradecemos vuestras múltiples muestras de cariño.
Permitidme que tenga un recuerdo especial para la aldea de La Guarda (alumnos, padres y vecindario) y para mis alumnos y antiguos compañeros de Gargáligas. Y para mis padres, para mi hermana, para mis hijos y para mi mujer que tanto me ayudaron en mi trabajo. Desde aquí les mando un abrazo.
Os deseo a todos salud y suerte en la vida.
Sin más, se despide de vosotros un amigo que os querrá siempre.
Un beso.
Fdo.: Juan Pedro Gallardo García